En el cálido despacho de Operación Sonrisa, Wilfredo recuerda con claridad el día que su vida cambió de rumbo. Tras años dedicados al voluntariado en organizaciones como los Scouts Dominicanos y el Club Activo 20-30, llegó un momento de introspección. “Tal vez fue la famosa ‘crisis de los 40’, pero sentí la necesidad de un nuevo reto personal y profesional. Algo que combinara mis habilidades con un propósito más grande”, confiesa. Así, decidió unirse a Operación Sonrisa, una fundación dedicada a transformar vidas de niños y niñas con labio y paladar hendido.
El primer día que marcó su vida
Desde el instante en que puso un pie en la fundación, supo que estaba en el lugar correcto. “Vi en los ojos de una madre la angustia de no saber qué hacer con su bebé recién nacido y, en pocas horas, su rostro se llenó de esperanza. Fue un momento revelador. En ese instante, cualquier duda que tenía desapareció”, relata.
Esa escena, tan poderosa como sencilla, no solo confirmó que su decisión era la correcta, sino que le recordó que el trabajo de la fundación va más allá de lo médico; es una misión de amor, unión y esperanza.
Un equipo comprometido y unido
Aunque lleva poco tiempo liderando la organización, Wilfredo reconoce que la fundación es el resultado del esfuerzo colectivo de voluntarios, patrocinadores y un equipo humano incansable. “Creo que mi mayor aporte ha sido consolidar un equipo comprometido con nuestra misión. Ver cómo cada miembro se motiva al saber que está transformando vidas es inspirador”, asegura con humildad.
Una de esas vidas es la de Isaac Azcona, un pequeño paciente que llegó a la fundación con apenas dos días de nacido. “Isaac es la alegría de su familia y un símbolo de esperanza para todos. Su madre, Noemí, no solo se involucró como voluntaria, sino que inspiró a otros padres a creer en un futuro lleno de posibilidades”, comparte con emoción.
Sueños para el futuro
Wilfredo no se conforma con los logros actuales. “Nuestro sueño es que cada niño con esta condición reciba la atención necesaria, sin importar dónde viva o sus recursos. Queremos llegar a todos los rincones del país”, declara. Para alcanzar esta visión, la fundación se enfoca en fortalecer alianzas con instituciones médicas y empresas, y en ampliar su red de voluntarios y patrocinadores.
Además, enfatiza que el impacto de las cirugías trasciende lo físico. “El labio y paladar hendido no solo afecta la apariencia, sino también el habla, la nutrición y, en última instancia, la vida educativa y social de un niño. Nuestra meta es ofrecer bienestar integral a través de consultas de nutrición, odontología, psicología y terapia del habla”, explica.
Un llamado a la acción
Con su calidez característica, Wilfredo invita a otros a unirse a esta causa: “Cada niño que nace merece la oportunidad de una vida plena. Si está en nuestras manos hacer algo, no podemos quedarnos de brazos cruzados”. Ya sea como voluntario, donante o colaborador, cada aportación cuenta para cambiar vidas.
Wilfredo no solo dirige Operación Sonrisa… encarna su espíritu. Con cada decisión, cada alianza y cada sonrisa que se restaura, reafirma que una sonrisa es más que un gesto. Es una segunda oportunidad, una puerta abierta a un futuro lleno de posibilidades.