Texto: Luisanna Carrasco Fotografia: Silverio Vidal
Rodolfo Dauhajre tiene un profundo sentimiento por el arte visual. Este tenaz coleccionista da rienda suelta a su pasión, atesorando piezas exclusivas de grandes maestros de la pintura.
Para Rodolfo, el arte es toda creación que puede generar una reacción o un sentimiento en el ser humano. Es una pasión que crea sentimientos y vivencias inexplicables y cada persona puede sentirla desde su propia realidad.
Este multifacético amante de las bellas artes cree que una misma pieza tiene la capacidad de producir diversos sentimientos en distintas personas, ya sea felicidad, nostalgia, tristeza, amor, pasión, inspiración, admiración, lo que cada quien sienta según su realidad y circunstancias. Por eso piensa fervientemente que cada quien disfruta el arte desde su realidad y perspectiva, y suele ser un sentimiento adquirido que se desarrolla con el tiempo.
Su pasión por las pinturas y su amor por coleccionar piezas de arte surgió desde la perspectiva de inversión, diversificación, que posteriormente, con el conocimiento, la investigación y la participación activa del mundo artístico nacional, despertó en él la llama del coleccionismo, del sentimiento de valorar y defender el legado de los artistas dominicanos. Esto hizo surgir un sentimiento de poseer, de disfrutar y de querer convivir con esas piezas que nos capturan. También ahí desarrolló esa valoración y apreciación por el arte en todas sus formas.
“Lo que empezó como una idea de inversión, se convirtió en una verdadera pasión por el arte y el coleccionismo, y parte de mi vida”, manifestó este gran seguidor del arte en todas sus formas.
Rodolfo Dauhajre tiene varias pinturas que guarda y atesora como algo sagrado; estas obras forman parte importante de su vida, que a medida que ha ido madurando sus gustos, han evolucionado. Estas piezas son un dibujo de Iván Tovar; Mis morenas de Jorge Severino; un Clara Ledesma perteneciente a su mejor época, y varias creaciones de Ramón Oviedo, sobre todo los formatos murales que tiene bajo su posesion.
Aunque la pintura llamó inicialmente su atención hasta que llegó a enamorarle por completo, Dauhajre, a medida que sus gustos han evolucionado y cambiado, también ha empezado a valorar los dibujos y un creciente interés por las esculturas.
Al momento de observar una pieza u obra de arte visual, existe un torrente de sentimientos que se desprenden de Rodolfo Dauhajre; este joven siente una gran conexión con la pieza y con el mensaje que el artista quería transmitir. Es algo inexplicable, y puede pasarse horas y horas admirando una pieza de arte, inmerso en sus líneas y trazos, sintiendo esa conexión tan profunda y única, esa admiración, ese sentimiento de valoración, de posesión, de protección y de no dejarla ir.
Aunque tiene muchas obras y piezas que desearía poseer tanto a nivel nacional como internacional, Dauhajre guarda un profundo sentimiento etéreo y puro por algún día poder disfrutar de La Mona Lisa o la llamada Gioconda, del reconocido autor Leonardo da Vinci, por su importancia y trascendencia a nivel mundial, siendo un ícono del arte.
Otra de las obras que le gustaría poseer y por la que siente una fascinación desbordante es Guernica de Pablo Picasso, porque es la obra trascendental y la más importante de Picasso, al mismo tiempo que es una obra de corte social que sensibiliza a los seres humanos sobre los sufrimientos y daños de las guerras, sobre todo en estos momentos de tanta tensión y conflictos bélicos que vive el mundo.