En pleno centro de la ciudad, donde el ruido urbano tiende a devorarlo todo, existe un rincón que parece sacado de un poema. Casa Diccia no es solo un café, ni un lugar para comer bien; es un refugio, un paréntesis del caos citadino, un espacio donde el tiempo parece transcurrir al ritmo de las letras y el aroma del café recién colado.
Desde su apertura, el corazón de Casa Diccia ha latido con una intención muy clara: ser un “tercer espacio”. Ni la casa, ni la oficina. Algo entre ambos, donde se pueda simplemente estar.
“Desde que abrimos nuestras puertas, nuestro foco siempre ha sido ser ese lugar en el que te sientes cómodo y regresas día tras día”, cuenta la fundadora Diana Mella.


Diana cree que lo más importante para lograr la cinergía de ese tercer espacio ha sido mantener un ambiente casual, con una comunidad de clientes que se ha vuelto parte de la esencia del lugar, y un equipo carismático que lo hace posible.
La historia de Casa Diccia es una muestra de resiliencia creativa. Su idea germinó en el deseo de crear lo que no se encontraba: un coffee shop cálido.
Sin embargo, el mundo tenía otros planes. La pandemia obligó a reconvertir la idea inicial y a mutar, como toda buena historia. Casa Diccia se transformó en una cocina de soluciones para múltiples ocasiones, con énfasis en delivery.
“Cuando pudimos, combinamos ambas ideas en nuestro local actual. Fue una evolución natural, marcada por la necesidad y por la intuición”, manifiesta Diana muy emocionada.
Hoy, Casa Diccia es también un espacio que alimenta el cuerpo con propuestas saludables, llenas de sabor y nutrientes. El público ha elegido su favorito sin dudar: el cashew cream cheeze, el producto estrella desde el primer día.


“La gente viene porque sabe que aquí siempre encontrará algo rico, nuevo y práctico para llevar a casa o disfrutar en un picnic de fin de semana”.
Pero la magia de Casa Diccia no se detiene en el paladar. Hay un fuerte deseo por afianzar su conexión con el mundo de la lectura.
“Si vienes por la mañana, notarás que los primeros en llegar a las 8:00 lo hacen con un libro bajo el brazo. A mí, personalmente, me encantaría tener una selección de libros a la venta. Espero poder lograrlo pronto”.


Y aunque celebrar cinco años en el mercado es una hazaña en sí misma, lo más fascinante es que Casa Diccia sigue en movimiento. “Si hace cinco años me hubieras dicho que aquí se harían talleres, eventos, y que participaríamos en bodas o eventos corporativos, habría estado muy confundida. Nuestra comunidad nos ha llevado mucho más allá de lo que imaginé. Creo que las siguientes evoluciones serán igual de inesperadas”.
Así es Casa Diccia: un espacio que no teme transformarse, que escucha a quienes lo habitan, y que deja abierta la puerta y la imaginación a lo que vendrá. Un refugio moderno para mentes creativas, almas sensibles y cuerpos que desean alimentarse bien.

