fotos Museo Reina Sofía agradecimientos Pilar Lladó
“Las visiones del mundo en blanco y negro son un problema en donde El arte realiza una función elemental: preservar la complejidad del mundo”.
Manuel Segade
El director del museo Reina Sofía, en Madrid, España, vino invitado al país por Pilar Lladó, esposa del embajador de España, en República Dominicana Antonio Pérez-Hernández y quien es la presidenta de la Fundación Amigos del Museo Reina Sofía y Presidenta del Consejo Internacional de Mecenazgo de la Fundación Museo Reina Sofía.
Bajo la dirección de Manuel Segade, el Museo Reina Sofía ha profundizado su impacto en el mundo del arte al impulsar una visión renovada y audaz. Segade ha inyectado una energía fresca al museo, fomentando una mayor experimentación y diversidad en las exposiciones. Su liderazgo ha enfatizado la inclusión de voces marginalizadas y el cuestionamiento de narrativas establecidas, transformando al Reina Sofía en un espacio donde se celebran tanto las obras maestras históricas como las innovaciones contemporáneas. Con Segade al timón, el museo no solo exhibe íconos como el Guernica de Picasso, sino que también se ha convertido en un laboratorio creativo. Las exposiciones interactivas y las instalaciones inmersivas ahora son parte integral de su programación, invitando al público a participar activamente en el arte. Bajo su dirección, el Reina Sofía no solo muestra obras, sino que cuenta historias, provoca diálogos y despierta la imaginación, revolucionando la forma en que experimentamos y entendemos el arte.
Ritmo Social: Manuel sustituye a Manolo, o más bien, le pasa la antorcha… ¿qué emociones y sentimientos vinieron a ti cuando te enteraste de esta gran noticia?
Manuel Segade: El proceso fue un concurso público arduo y complejo, en medio de mucha tensión mediática. Me enteré curiosamente en un evento en el mismo museo, unos premios de la radio nacional de los que había sido jurado, y fue realmente una enorme alegría. La emoción llevó a una gran exigencia de responsabilidad.
RS: ¿Cuáles fueron los primeros cambios que quisiste hacer en ese primer día como director y cuáles se han vuelto realidad luego de más de 360 días en él? (aparte del gran cambio de poder fotografiar al Guernica)
MS: La primera propuesta que elevé al Patronato fue un nuevo organigrama de personal que redistribuía la arquitectura del museo en cinco grandes subdirecciones en vez de las dos actuales. Se aprobó el 6 de julio, hace un año y solo hace unas semanas esos nuevos puestos de alta dirección han salido a concurso público. Es decir, me he concentrado este año en “cocinar”, en trabajar por un sistema laboral más abierto y entrecruzado que nos permita mejorar la efectividad. Pienso que el sistema de un museo nacional es como un bioma: sin diversidad e interdependencia es imposible que se mantengan las condiciones para la vida orgánica. Esas condiciones son las mismas que intento aplicar al museo.
RS: Hablabas en una entrevista sobre tu trayectoria en este año como director del Museo Reina Sofía, y defines el lugar como “cronotopo”. ¿Podrías hablarme un poco acerca de este término y por qué se lo atribuyes al museo?
MS: Un cronotopo es un espacio para la utopía temporal. Los museos conservan objetos del pasado y este es impredecible. A medida que avanzamos de un presente a otro, necesitamos un pasado que lo sostenga: una genealogía que sirva para explicar cómo hemos llegado al aquí y ahora. Un museo de arte contemporáneo es siempre un tiempo nuevo: trabajamos con un arte que no sabemos cómo va a ser; hacemos venir del futuro las producciones artísticas que nos cambian la visión del mundo. Si fuesen un género literario, un museo tradicional sería una gran novela realista decimonónica. Los museos de arte contemporáneo, en cambio, serían un relato de ficción especulativa o ciencia ficción.
RS: Para ti, ¿existe algún tipo de orden que se debe seguir para la organización de las obras de un museo? De ser así, ¿qué pautas tomas tú?
MS: No, creo que hay tantos órdenes posibles como puedan nacer de la imaginación radical del pensamiento artístico. Cada generación ha de construir los relatos que le sirvan para construir una cultura que sirva a la sociedad para ensayar respuestas a una multiplicidad de preguntas. Sea como fuere, la línea temporal estricta del museo tradicional ha de repensarse en la época en la que la ciencia ha ratificado la cuántica, con sus diferentes tiempos que coexisten en tantas otras líneas cronológicas.
RS: Comisario durante dos décadas de varias exposiciones en instituciones españolas e internacionales, ¿qué aprendizaje te has llevado de esta gran trayectoria?
MS: Sobre todo aprendemos de los y las artistas. Son sus procesos los que transforman nuestra forma de pensar, ejercicios de representación que transforman incluso la realidad misma. Para mí, lo más importante de mi trabajo siempre ha sido generar espacios de acceso al arte actual a los diferentes públicos.
RS: Con una gran cantidad de recorridos por museos, más de diez colecciones curadas y numerosas publicaciones literarias, ¿qué consejo le darías a ese joven Manuel con muchas emociones encontradas y con grandes sueños por cumplir?
MS: La necesidad de entender la curaduría como un diálogo, en arte es imposible trabajar en soledad; incluso la labor más privada que es escribir textos se realiza a partir de citas o de textos o investigaciones de alguien que estimula el pensamiento o que inspira desde un momento anterior. Creo que aprender ese espacio de generosidad como intercambio y el ser irremediablemente parte de un sistema mayor que uno mismo es fundamental como premisa para el trabajo en los museos.
RS: Hablando de jóvenes… A través de tus programas universitarios, ¿qué pretendes enseñarles e inculcar en estos jóvenes que apuestan por el increíble mundo del arte?
MS: El arte es una experiencia singular que amplía nuestras posibilidades de entender el mundo. También es un placer singular, que amplía, digamos, nuestros goces intelectuales pero también los sensoriales. Creo que entender que la tarea del arte es una tarea eminentemente política porque afecta a la forma de vivir juntos, es una enseñanza fundamental. Los museos deben de apostar por los artistas vivos, por los artistas jóvenes, ¿no? Un excelente ejemplo fue el Museo del Prado cuando inauguró, expuso obras de Goya, y si no lo hubiesen hecho pues el auge no sería el mismo. A veces se nos olvida que si a Picasso no se le hubiese adquirido en el momento que estaba allí, pues difícilmente podríamos pagar Picassos.
RS: ¿Quisieras incluir a artistas emergentes dentro de las obras del museo?
MS: En eso estamos trabajando, tanto para la colección como para los programas públicos y exposiciones temporales. Espero que, poco a poco, el Museo Reina Sofía le pierda el miedo al presente.
RS: Yéndonos más al mundo del arte… el campo del arte puede ser un punto de vista privilegiado para deconstruir narrativas homogéneas de poder y para expresar y defender preocupaciones. Como miembro fundador del European Art Assembly, ¿cuál consideras tú que es la problemática mayor a la que se enfrenta la sociedad hoy en día y cómo buscan cambiar esto a través del arte?
MS: Creo que las democracias son, de forma cada vez más evidente, una suma de minorías. Los retos de los museos son los retos de una institución democrática que ha de ser parte de las condiciones de igualdad de la sociedad a la que sirve. El arte contemporáneo nació en los años 60 en la intersección entre revueltas de género (la segunda ola del feminismo o la revuelta LGTBIQ+ de Stonewall), de clase (Mayo del 68 y sus efectos) o de etnicidad (con la independencia de numerosos países del sur global de los antiguos imperios europeos). Esa crítica a los sistemas de opresión de clase, raza y género, lo que llamamos crítica interseccional, es uno de los pilares de los museos del futuro. Pero no de instituciones de un porvenir siempre pospuesto o aspiracional, sino que hablo de futuros que ya están aquí; aún distribuidos de forma desigual, no nos queda más que comenzar a reconocerlos.
RS: ¿Cuál es uno de los obstáculos a los que se enfrenta el arte en estos tiempos?
MS: Las visiones del mundo en blanco y negro son un problema. El arte realiza una función elemental: preservar la complejidad del mundo. Los museos debemos dar espacio a esa tarea.
RS: Partiendo de tus dotes en el arte, ¿qué elementos consideras tú que hacen a una obra compleja o como bien dices, que tenga opacidad?
MS: Si el arte contemporáneo se entendiese de golpe, sin análisis, sin dedicarle tiempo, sin pensar, entonces sería como la publicidad. Las artes visuales necesitan una mayor sofisticación de lenguaje que las culturas visuales habituales en el espacio público… o no tendría sentido la función que ocupan. Mantener una cierta resistencia a la interpretación es importante. De hecho, el filósofo Deleuze decía: “El arte no tiene un problema de sentido, tiene un problema de uso”. Ese uso no quita que no haya un goce estético o un atractivo en cualquier buena obra que permita el acercamiento, que centre la atención para un disfrute aún más profundo, mayor.
RS: ¿Qué piensas de la frase que dice “El arte es un espejo que refleja nuestra propia humanidad”?
MS: Es una visión válida pero narcisista. Hoy presencio a veces arte realizado utilizando perspectivas que se alejan de lo humano para adentrarse en lo animal, por ejemplo. Incluso hay artistas pensando como los minerales… la imaginación no tiene límites. Quizá tampoco comparta los límites de nuestra humanidad.
RS: El arte contemporáneo es, en ocasiones, difícil de comprender. ¿Cómo haces que el público pierda ese miedo?
MS: La obligación que nos pesa es garantizar el acceso público al arte. Yo no creo que las brechas existan, creo que es necesario establecer otro tipo de cercanías: hacer descender el nivel de institucionalidad de un museo, que los públicos puedan acudir a disfrutar de un entorno amable y social, donde diferentes eventos permitan abrirse a diversas comunidades de interés es fundamental. Como escribía la artista española Dora García en una de sus frases de oro: “El arte es para todos, pero solo una élite lo sabe”. Ahí es donde debemos incidir: en que se entere todo el mundo posible.
RS: En un museo, el tiempo se detiene y el alma del artista cobra vida, nos perdemos en los colores, en los detalles, en fin, nos desconectamos de la realidad para conectar con las emociones (hablar de lo del cuerpo que habló en la conferencia), ¿cómo pretendes seguir logrando este efecto durante tu dirección en este museo?
MS: No me interesa para nada una desconexión, sino conectar de otra manera. El cuerpo de los espectadores tiene que sentirse afectado por la experiencia estética en el museo. Los espacios de arte tienen que ser transformadores y el reto está ahí: lograr que el arte se convierta en un espacio social más, un lugar de ocio intelectual o mundano… que la gente se permita rozarse con el arte del mismo modo que roza sus cuerpos en el baile en un entorno festivo.
RS: La programación de 2024-2025 del museo es heredada, pero ¿en qué estás trabajando actualmente y qué proyectos vienen nuevos para el Museo Reina Sofía contigo como director?
MS: Estamos planteando muchas estrategias cruzadas –transescalares, que ocurren en varias escalas al mismo tiempo– para amabilizar el museo y hacer nuestros espacios más cómodos, hospitalarios e intuitivos para nuestros públicos. Al mismo tiempo, preparamos toda una nueva presentación de la colección para 2026, una transformación por fases que va a culminar en 2028. Esa relectura de nuestros fondos y la transformación de las formas de acceso y recorridos tomarán toda nuestra energía a lo largo de los próximos años.
Confesiones Íntimas
Persona que admire… Pilar Lladó
Un color… Negro
Una obra… El Guernica de Pablo Picasso
El arte es… Esperanza
Tipo de arte preferido… Arte conceptual
Un lugar en el mundo… Santo Domingo
Un artista… Eva Lootz
Una época… El presente
Un museo es… Un espacio de encuentro
Una persona que lo inspire… Gabriela Cabezón Cámara
Una colección… La colección de arte de Alberto Cruz aquí en dominicana.
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