En el fértil corazón de la República Dominicana, donde el clima tropical y los suelos ricos crean condiciones perfectas para el cultivo del cacao, florece una experiencia única que combina historia, tradición, sabor y sostenibilidad: el Sendero del Cacao. Mucho más que una atracción turística, esta experiencia agroturística y cultural está íntimamente ligada a la prestigiosa familia Rizek, una dinastía que ha dedicado más de un siglo, desde 1905, al cultivo de uno de los productos más preciados del país: el cacao.
Un paseo por la historia y el sabor
La aventura comienza en Hacienda La Esmeralda, en San Francisco de Macorís, en la provincia Duarte, también conocida como la Capital del Cacao. En este rincón del país, los visitantes pueden recorrer las plantaciones de cacao, caminar entre árboles de Theobroma cacao y descubrir cómo las manos dominicanas cultivan, cosechan y transforman esta joya agrícola en chocolate de clase mundial.
Pero el Sendero del Cacao va mucho más allá del turismo convencional: ofrece una experiencia educativa y sensorial que revela cada etapa del proceso del cacao, desde la fermentación y secado del grano, hasta su transformación en chocolate en una moderna fábrica. Los visitantes no solo observan, también participan activamente: pueden crear su propia barra de chocolate, degustar el fruto fresco, oler los granos tostados y saborear el resultado final en una degustación cuidadosamente curada.


La familia Rizek: pasión, calidad y sostenibilidad
Detrás de esta experiencia se encuentra la familia Rizek, una de las más influyentes del sector cacaotero dominicano. Con una herencia de trabajo arduo y compromiso con la excelencia, los Rizek han posicionado al cacao dominicano como un referente global. Bajo su liderazgo, nació Kahkow, una marca de chocolates gourmet que representa la cúspide de la producción de chocolate fino: orgánico, certificado y elaborado en el país de origen.
Esta visión pionera ha llevado al cacao dominicano a escenarios internacionales, con tiendas Kahkow en Santo Domingo (Ciudad Colonial y BlueMall) y una presencia en Nueva York, proyectando el sabor y la historia dominicana a nuevas audiencias.


Una experiencia con propósito
El Sendero del Cacao también se alinea con valores contemporáneos: la sostenibilidad, la educación y el fortalecimiento de la identidad local. Los teatros holográficos, salones sensoriales y talleres interactivos no solo entretienen, sino que enseñan sobre la historia del cacao, su valor cultural y su impacto económico. Y como broche de oro, los visitantes pueden disfrutar de un almuerzo tradicional dominicano, una inmersión completa en la riqueza gastronómica del país.
Visitar el Sendero del Cacao es descubrir la esencia del cacao dominicano a través de los ojos y la labor de una familia que ha hecho de esta planta su vida, su empresa y su pasión. Es comprender cómo el pasado se transforma en innovación, cómo una mazorca se convierte en arte, y cómo un legado familiar puede enriquecer a toda una nación.
El Sendero del Cacao no es solo un destino; es un símbolo de orgullo nacional y un homenaje a la tierra que, con paciencia y dedicación, sigue regalando al mundo el oro marrón dominicano.