Notodos los días te fotografía un príncipe, tampoco es como que su agenda le permita coincidir con las mismas caras con tanta frecuencia, aunque quisiera. Y pensar que nada de esto hubiese sucedido si el novio de su madre no le hubiese regalado una cámara cuando tenía 11 años, la misma edad en la que conoció sobre su título real y empezó a explorar con el lente.
Pero vamos a comenzar esta historia por donde corresponde, por el principio.Alexi Lubomirski es de madre peruana y padre polaco, pero nació en Wimbledon, Inglaterra, en el 1975. Sus padres se divorciaron al poco tiempo de su nacimiento y Alexi se quedó con su madre. Se mudó a Botswana y allí creció.
Desde pequeño, más que inquieto fue curioso, también tímido, ambicioso y bastante observador; cualidades que aún conserva, sobre todo la última, y le ayudan a leer y crear momentos, energías, la atmósfera precisa y las retrata, de eso se trata su sello. Estudió el arte del lente en la Universidad de Brighton, Inglaterra. En esos años conoció a Mario Testino (gran figura de la fotografía de moda y el elegido para realizar las imágenes de compromiso de Kate Middleton y el príncipe Guillermo) y tan pronto terminó sus estudios, empezó a laborar como su asistente en París.
Estuvo con él cuatro años hasta que comenzó su carrera en solitario. Se mudó a New York, donde hoy tiene su estudio; y siguió los pasos de su maestro, enfocándose en la moda. A inicios de los 2000 incursionó, de manera paralela, en el mundo de las galerías, exponiendo sus fotografías con cierta periodicidad.
También ha escrito libros fundamentado en los valores familiares. Es embajador de «Concern Worldwide», entidad benéfica que lucha contra la pobreza mundial y se convirtió, junto a su esposa, en vegan. Es «eléctrico», le gusta viajar casi tanto, como ama a los aguacates, y hasta hace dos meses no había tenido en su objetivo a nadie de la realeza, pero para todo hay una primera vez…
EDITORIAL.
Normalmente, en una edición como esta, estaría buscando alguna manera profunda de conectar la cámara, o la misma esencia de la fotografía, con características o maneras peculiares de enfrentar la vida, pero es que de Lubomirski me llamó la atención algo más que su increíble manera de retratar. Investigando sobre su infancia, leí que cuando tenía 11 años (y vivía con su mamá y su padrastro) su padre biológico le escribió una carta donde le revelaba que era miembro de un Linaje Real, correspondiéndole el título de «Príncipe de Polonia». Sin embargo, unas líneas más abajo resaltaban que, a pesar de la existencia de este título y 500 años de valiosa historia, ya no habían palacios, ni arte, ni ejércitos; en una generación, toda la «riqueza» se había perdido, la Casa Real a la que Alexi pertenecía, ya no existía y sería justamente su «posición» la primera en no «llevar corona». Antes de sentirse decepcionado, su madre ya estaba ahí recordándole algo que todavía en estos días repite: «Para ser un príncipe en el mundo de hoy, debes serlo primero en tus acciones y sentimientos» y así lo asumió. Desde entonces, camina por la vida viviendo y reflejando ese, su verdadero legado, el mismo que hoy pasa a sus hijos, con su ejemplo y en forma de libro: «Consejos de un Príncipe para una Vida Feliz», una colección de consejos sobre modales, caballerosidad, romance, caridad y amor que lanzó justo para el nacimiento de su primogénito. «La verdadera corona no se lleva en la cabeza, se lleva en el corazón», resume Lubomirski en las páginas finales y, honestamente, creo que esto no necesita de mayor esclarecimiento.